En mi labor como mentor debo enfatizar entre mis estudiantes el silencio interno, el cual es aún mucho más importante que el silencio que muchas veces tanto deseamos en nuestro entorno. Pues este silencio interno es el ancla para conectar con el discernimiento, lo cual es característico de la mente disciplinada, ver claro más allá de las apariencias. Es esa tranquilidad interna que se alcanza al “silenciar” nuestra mente de todo aquello que no está en armonía con nuestros deseos, piensa por un momento cuántas cosas van y vienen en tu mente las cuales no son buenas sirvientas de tus deseos.
Muy pocas personas se dan cuenta del “ruido” que sus mentes arrastran día tras día, ese incesante escándalo de pensamientos negativos que pueden ser igual o probablemente mucho más perjudicial que el ruido externo. Te alteran la presión sanguínea, elevan los niveles de cortisol, crean ansiedad, temor, estrés, preocupaciones innecesarias, malestar general. Estos pensamientos o ideas que una mente indisciplinada deja entrar gracias a la influencia externa, no son más que malhechores que vienen a robar la armonía interna, una vez que pierdes esa armonía estás expuesto a manifestar experiencias acordes con quien manda en tu interior, en este caso el malestar es quien manda y por ende solo se puede manifestar más malestar. Podemos estar en un cuarto en completo silencio, lejos de la ciudad, completamente solos, y aún así la mente puede estar tan aturdida por los pensamientos como aquel que estuviera expuesto al ruido de una ciudad escandalosa. Me he dado cuenta que es muy poca la importancia que le damos a ese “escándalo” mental, inclusive para muchas personas es tan normal esa forma de pensar que ya se ha vuelto un hábito muy difícil de cambiar. Esto sucede por la poca importancia que da nuestro entorno tanto educativo como social a la necesidad de ser conscientes de lo que pensamos y sentimos a lo largo del día. No existe en las escuelas ni en muchos templos religiosos una educación para saber dirigir nuestro poder interno hacia lo que deseamos en base a quien realmente somos, se nos enseñan muchas cosas y leemos libros que probablemente con el tiempo sean reemplazados por nuevas ideas, más aún el arte de mantener y dirigir una mente disciplinada a lo que deseamos, está ausente de nuestro sistema educativo y religioso. Por tanto desde muy pequeños perdemos la magia de imaginar y sentir como fácilmente lo hace un ser inocente, un niño. Permitimos fácilmente que el constante bombardeo de noticias, críticas, quejas y rumores entren en nuestra conciencia y dejen su impresión en ella, siembran la semilla de todo lo que con tanto trabajo tratamos de evitar, pero que precisamente llegamos a recoger tarde o temprano, el efecto no puede anticipar la causa.
Una mente indisciplinada es incapaz de alcanzar el silencio que tu ser interno necesita para manifestar todo lo bueno que merece. Ese ruido que provoca una intranquilidad interna, es la barrera que muchas veces nos separa de ver nuestros deseos realizados.
No es tanto en si los pensamientos negativos, de duda y miedo, sino la enorme atención que les damos, pues somos alimentados constantemente para hacerlo. Si ante cada pensamiento de malestar (duda o miedo) pudiéramos estar atentos a lo que nos conviene pensar y sentir, entonces eliminariamos ese pensamiento reemplazandolo por uno que nos llene de gozo y alivio. Más aún, la mayoría de personas ni siquiera saben que todo esto es lo que verdaderamente crea la realidad. ¿Cómo sabrían entonces la importancia de en silencio escuchar a su ser interno?
La cita bíblica Mateo 6:6, - Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público. Es conocida por miles pero entendida por muy pocos. Si acaso uno de cada cien puede orar y mantener la “puerta cerrada”, pues los sabios del mundo y la realidad externa es el ancla de millones de personas, por tanto no alcanzan a cerrar esa puerta y mantenerse en el aposento deseado. El silencio interno como método de aquel que confía en el Poder Divino, se convierte en su refugio cada vez que las preocupaciones, aflicciones, temores, desavenencias y dudas atacan la mente de millones, curiosamente cada día pareciera aumentar más y más entre aquellos que prefieren ser este mundo. Mateo 14:28-31, - Entonces le respondió Pedro, y dijo: Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas. Y él dijo: Ven. Y descendiendo Pedro de la barca, andaba sobre las aguas para ir a Jesús. Pero al ver el fuerte viento, tuvo miedo; y comenzando a hundirse, dio voces, diciendo: ¡Señor, sálvame! Al momento Jesús, extendiendo la mano, asió de él, y le dijo: ¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?-. Este pasaje revela que muchas veces dudamos del poder que tiene el deseo en sí, permitimos que factores externos nos roben la confianza y la seguridad de que ese deseo es un regalo de Dios, y comenzamos a hundirnos en “el mar” del miedo y la duda.
Es muy fácil declarar ser creyente, pero de ahí a apoderarse del sentimiento de serlo nos separa un abismo que muy pocos se atreven a traspasar. Si tan solo practicaramos llevar nuestra mente al silencio y observar desde una indiferencia absoluta cada pensamiento, podríamos discernir entre todos los huéspedes cuales deseamos hospedar y cuáles no. Es el hábito de saber escoger siendo conscientes de quien realmente somos, despojándonos de toda creencia que nos haga pensar que Dios y su reino están fuera de nuestro propio ser, pues de nada valdría enfatizar la importancia de armonizar tu interior cuando se piensa que la realidad está en manos ajenas, a juicio de un poder externo y ausente de nuestra conciencia, que decide por nosotros lo que conviene y lo que no, pensar de esa forma es tan equívoco como peligroso, ya que otorgas poder a la duda y al miedo, los cuales representan el mayor de los males para tu poder interno. Observa a tu alrededor y podrás comprobar la verdad.
Unas pocas recomendaciones para la meditación diaria:
Alejarse de toda fuente negativa, noticias, televisión, personas pesimistas, chismes, críticas, ruido perturbador, etc.
Si es de noche, privarse de la luz artificial el más tiempo posible antes de realizar la meditación.
Evita ciertas bebidas en exceso como el café, alcohol, bebidas dulces, en lugar consume más agua. Mantén una dieta saludable baja en carbohidratos y azúcares
Debes crear una lista de agradecimiento, todas esas cosas que agradeces a Dios, agrega a la lista tres cosas cada día, antes de meditar léelas en voz alta.
Mantén tus deseos con sentimiento de gozo en tiempo presente, en secreto entre tu y Dios.
Afirma mediante tu oración favorita o una frase, la confianza absoluta en el Poder Divino.
Termina con el sentimiento de gracias a Dios.
Cada vez que puedas a lo largo del día contempla a tu alrededor y medita sobre:
¿He decidido y me comporto en base a quién deseo ser? Acorde con lo que deseo dar y recibir.
¿Qué es lo realmente importante para mi?
¿Que me trae paz y tranquilidad?
Estoy haciendo eso que me trae la paz que deseo, que me detiene de hacerlo?
Me rodeo de personas afines a quien deseo ser?
¿Está mi atención dirigida hacia el cumplimiento presente de mis deseos?
¿Lo que hago en mi tiempo libre, me acerca a lo que verdaderamente deseo?
Cierro mis oídos a todo aquello que no me trae alegría y gozo?
Reafirmo a lo largo del día mi confianza absoluta e incondicional en el Poder Divino?
Querido lector, deseo que puedas mantener el silencio interno como el enlace entre tu y lo Divino, que ese silencio pueda ubicarte en el estado de indiferencia absoluta, para que logres sintonizar con todo lo bueno de la creación de Dios.
Tu mentor, Noel.

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